ALFONSO FLAQUER

Rompiendo mitos. Un poco de realidad ayuda (y mucho).

Aveces nos generamos una idea errónea de lo que es vivir en comunidad. Entender a qué le estás diciendo que sí, te ayudará a saber si es lo que realmente quieres.

En esta conferencia hablaremos de...

Acerca de Alfonso...

Nací en Barcelona en 1962 y tengo tres hijas. Tengo estudios de Escritura y Narrativa, cine, diseño gráfico y artes gráficas y audiovisuales -pues mi impulso ha sido siempre el de vivir y contar historias. En aquellos años tempranos devoraba las aventuras de Tintín y Corto Maltés, lo que indudablemente influyó en mi vida. Destaqué como videoartista al principio de la movida de los 80, ganando varios premios y becas.

A continuación vino una etapa esotérica: a los 22 años me inicié en una comunidad intelectual iconoclasta; mi biblioteca se vació de comix y de cualquier atisbo de novela “profana” y se llenó de estudios sobre el Hermetismo, la Kabbalah, Taoísmo, Astrología, metafísica hindú, Carlos Castaneda, tratados y cuentos sufís, etc… El convivir en fraternidad junto a otros compañeros promovió mi interés y afecto por la vida en colectivo. Durante unos 15 años, solo leí ensayos y tratados sobre culturas y religiones, al tiempo que recorría medio planeta por tierra con mi compañera y después junto a mis hijas. Dimos vueltas al Mediterráneo, viajamos en nuestro coche desde Barcelona hasta China, cruzamos la selva de Borneo en un camión maderero, convivimos con los beduinos en el desierto del Sinaí, peregrinamos a las fuentes del Ganges para dar a luz a nuestra primera hija, nos perdimos con las hijas con una tribu por el Amazonas, estuvimos un par de años en una secta ayahuasquera brasileira y crucé el Oeste africano por tierra…. ¡Por fin me había convertido en Tintín! Por aquel entonces solo leía mapas y diccionarios bilingües; publiqué algún artículo de viajes y aventuras y escribí algún guion de documentales que nunca se realizaron.

En el año 2001 volví a España y compré un antiguo aeródromo particular tipo Mad Max cerca de la frontera francesa, donde seguir criando a las niñas. Me inicié en la autoconstrucción y la autosuficiencia. Cambié los libros y ensayos de metafísica por títulos como “Construye tu casa con ruedas de coche”, “La letrina ideal”, “La energía solar”, “Permacultura Integral”, “El Manual del Arquitecto Descalzo”, “¿Qué pueden hacer los micro organismos efectivos por tu vida?”, “La producción familiar de Biogás”, “La escuela en casa”, etc… En fin, el kit completo de la vida autosuficiente.

He estado 20 años relacionado con la Red Ibérica de Ecoaldeas (RIE) y la Red Mundial de Ecoaldeas y Comunidades Sostenibles (GEN) en tareas de comunicación y dirección, promoviendo proyectos y escribiendo artículos de humor sobre vivir en comunidad en una revista especializada. Soy miembro del Círculo de Sabios de la Red Mundial de Ecoaldeas desde hace unos años. He escrito “Ecoaldeas: cómo vivir de manera sostenible en el siglo XXI” (editorial Ecohabitar).

Acabo de terminar el segundo libro sobre el tema: “Los 7 pasos para destruir una comunidad”, donde destaco lo que no hay que hacer a la hora de diseñar una comunidad.

He sido co-fundador de varias iniciativas ecoaldeanas que fracasaron por falta de herramientas necesarias. Sin duda, una de las más divertidas fue la Karavan (2006), una ecoaldea móvil donde reuní a una veintena de activistas y recorrimos la península ibérica en carros con caballos, camiones de la 2ª Guerra Munidal, tipis, yurtas, domos, espectáculos de circo y talleres varios.

Finalmente, con otras 40 personas, fundamos la comunidad Arterra Bizimodu en Navarra (2014), un proyecto muy exitoso y singular donde aprendí de veras lo duro que es vivir en colectivo. En 2020 dejé la ecoaldea para ponerme a diseñar mini-casas sobre ruedas y volví a Cataluña para tratar de fundar otra ecoaldea un poco más cerca de mi familia y prepararme para lo que llega, que no sé muy bien lo que es, pero que no parece muy divertido, la verdad…

Aún ahora, sigo creyendo que las bondades de lo colectivo son una alternativa veraz al individualismo rampante en el que las personas estamos instaladas con comodidad. Pasar del imperio del “yo” al círculo del “nosotras” es tarea difícil, pero indispensable si lo que queremos es una un estilo de vida que cuide de toda la gente, que cuide del ecosistema y que apunte a un reparto justo de los recursos y riquezas de nuestro planeta.

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